Sabías que nuestro cuerpo puede aguantar sin oxígeno entre 5
y 10 minutos, aguantar sin agua entre 3 y 8, y sin comer hasta 70 días, (sin
dejar de beber agua).
Nuestro cuerpo sigue buscando alimentos de donde no los hay,
es decir, del mismo cuerpo, para darnos tiempo a encontrar alimentos de verdad.
Y el proceso es el siguiente:
Desde 0 a 6 horas sin comer
En este punto, nuestro cuerpo empieza a consumir glucógeno
(una molécula de almacenaje de energía), y se descompone en glucosa, la fuente
primaria de nuestro combustible. Cuando comemos, solemos usar glucosa, que se
usa como energía o se almacena en el hígado o el músculo para un posible uso
futuro (en forma de glucógeno). De esta
energía, el 25% (1/4 parte) es solo para el cerebro, y el resto para nuestros
músculo y células sanguíneas. Podemos aguantar así, sin buscar más glucosa,
unas 6 horas.
Pero, como no todos tenemos el mismo metabolismo, algunas
personas tienen un exceso de “cuerpos cetónicos” (compuestos formados a partir
de los ácidos grasos, cuando nuestro cuerpo no tiene glucosa para usar). Esto
sucede cuando hacemos una dieta baja en hidratos y con exceso de grasas o
proteínas. Aquí aún no estamos “muriendo de hambre”, pero ya hemos pasado a un
proceso metabólico fuera de lo que se considera normal.
Desde 6 a 72 horas después de la
última comida
En este momento, sea el individuo que sea, el organismo
entra oficialmente en cetosis, descomponiendo las grasas para poder usar su
energía y dando lugar al principio de la inanición. Aquí ya no queda glucógeno,
y toca romper las grasas para usar los cuerpos cetónicos. Esto puede parecer
bueno, pero es malo para el cerebro, ya que no puede usar ácidos grasos
directamente como energía porque son demasiado grandes como para pasar su
barrera. Así pues, en las primeras 24 – 48 horas, el cerebro seguirá usando la
poca glucosa que nos quede, mientras que el resto del cuerpo usará los cuerpos
cetónicos.
Las pocas reservas de glucosa que nos quedan no serán
suficientes, pues el cerebro gasta unos 120 g de glucosa por día. A este ritmo,
a los tres días nuestro cerebro acabaría muerto.
En este punto los cuerpos cetónicos son pequeños packs de
energía que si pueden atravesar la barrera cerebral y ser usados como
combustible. Al principio el cerebro solo usará los cuerpos cetónicos para el
30% de sus necesidades, pero a los pocos días ya pasará a ser un 70% de su
combustible. Además, reducirá su gasto de glucosa de 120 g a 30 g. Somos los
únicos animales capaces de sobrevivir así, sin el aporte único de glucosa, y
usando otras sustancias como los cuerpos cetónicos procedentes de la grasa.
A
partir de las 72 horas
Llegados a este
punto, el cerebro sólo consume unos 10 g de glucosa por día, y necesita obtener
energía de otro sitio, y ese sitio son las proteínas corporales. El cuerpo
entra en un estado de “digestión interna”, donde las células empiezan a romper
proteínas y liberar aminoácidos a la sangre, los cuales se convierten en
glucosa gracias al hígado y son usados por el cerebro.
Este punto es
crítico, pues la masa muscular empieza a consumirse, pero es urgente buscar
comida.
Cuando
tu cuerpo muere de hambre
Lo antes mencionado son
solo parches, y no una forma de arreglar el problema. El hambre hace que
nuestro sistema inmune no funcione correctamente y que nos falten nutrientes,
vitaminas o minerales, favoreciendo enfermedades que podrían causarnos la
muerte antes incluso de que nos la cause la propia falta de alimento.
Al final, el cuerpo
se quedará sin alimento, dando lugar a dos enfermedades características:
Marasmo, donde
tenemos un déficit extremo de energía por falta de calorías y proteínas,
llegando a un excesivo bajo peso y diferentes tipos de infecciones.
Kwashirkor, donde lo
que pasa es que hay falta de proteínas y suele afectar más a niños, dando lugar
un cúmulo de líquidos (edema), un hígado hinchado, y por tanto también un
vientre hinchado.
Finalmente, la
muerte se suele producir por arritmia cardíaca o por un ataque al corazón, ya
sea por la degradación de los tejidos o por un desequilibrio de electrolitos.
Esto puede suceder a las tres semanas o aguantar así hasta 70 días, depende de
la persona.
Como conclusión es importante no provocarnos el hambre a propósito
porque puede dejarnos secuelas muy graves.
CUIDA TÚ SALUD
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